Atendiendo al volumen de agua a tratar, podemos diferenciar entre TRATAMIENTO DOMÉSTICO, el que realizamos las personas particulares en nuestra vivienda, caseta de recreo etc. y que afecta a un volumen de agua reducido, y TRATAMIENTO INDUSTRIAL que es el que puede realizar una industria o las administraciones públicas y que puede afectar a un gran volumen de agua.
Nosotros, evidentemente, nos vamos a centrar siempre en el TRATAMIENTO DOMÉSTICO, y atendiendo al tipo de agua a tratar, podemos diferenciar entre AGUAS POTABLES y AGUAS RESIDUALES.
Tratamiento de aguas potables
El tratamiento de aguas potables, es decir, básicamente las que nos llegan de la red pública a través de nuestra acometida, tiene como finalidad el variar las características físicas o químicas de forma que mejoremos algunos aspectos que nos resultan desagradables.
Un agua puede ser potable, básicamente porque ha sido convenientemente decantada, filtrada y clorada, pero sin embargo puede mantener algunas características que no resultan deseables y que básicamente son: CONTENIDO EXCESIVO DE CAL y SABOR DESAGRADABLE.
Vamos en primer lugar a centrarnos en el EXCESO DE CAL en el agua: Un agua puede ser potable, pero contener un exceso de cal no deseable, principalmente por su efecto negativo en conducciones, electrodomésticos, grifería, mamparas, etc.
El contenido de cal en el agua se suele medir en grados franceses y lo deseable para uso doméstico es que ronde los 10/12º franceses. Si contiene muy poca cal tampoco es deseable, se denomina agua blanda, y tiene tendencia a “diluir” parte de los metales de los electrodomésticos y conductos por los que circula, que acaba estropeando.
Es curioso el caso en que por desinformación del instalador o servicio técnico, el descalcifcador lo programamos para que el agua salga a cero grados y al poco tiempo se nos estropea el termo eléctrico.
En nuestra zona, Tudela, ribera y alrededores, el agua nos llega con bastante más cal que la deseable, normalmente entre 20 y 50º franceses, por lo que si queremos un agua idónea podemos dar un tratamiento mediante un DESCALCIFICADOR.
El descalcificador es un aparato que nos ocupa lo que un pequeño electrodoméstico, se instala a la entrada de agua a la vivienda o local, aunque se puede instalar en cualquier otro sitio siempre que conduzcamos la tubería de agua de ida y vuelta.Consiste en una bombona que contiene unas resinas especiales a la que se adhiere la cal y un recipiente en el que tenemos sal y que nos sirve para lavar periódicamente las resinas, volver a diluir la cal y verterla a la red de aguas residuales.
El agua tratada con el descalcificador ni es más potable ni tiene mejor sabor que antes del tratamiento, solo tiene un mejor comportamiento ante tuberías, calderas, termos y electrodomésticos, mamparas, griferías etc. Un descalcifcador domestico tiene un costo que puede oscilar entre quinientos y mil euros, dependiendo de su calidad y eficacia.
Si además queremos que el agua tenga mejor sabor, o mejor dicho, no sepa a nada, deberemos de añadir un EQUIPO DE OSMOSIS, relativamente mucho más económico y que a base de varios filtros, normalmente 5, de diversos tipos, lo que nos va a hacer es atrapar la materia orgánica en suspensión (el cloro mata las bacterias, etc. pero no las elimina, por lo que siguen en suspensión en el agua, aunque sea potable).
Este equipo es relativamente económico y rápidamente amortizable, pues cuesta entre 150 y 300 euros según tipo y el mantenimiento consiste únicamente en el cambio periódico de los filtros, relativamente baratos.
En caso de que tengamos exceso de cal, si queremos colocar un equipo de OSMOSIS, será muy aconsejable colocar previamente un descalcificador, pues de lo contrario las membranas de los fltros del equipo de OSMOSIS, se nos obstruirán con demasiada frecuencia, si bien es un recambio económico.
Tratamiento de aguas residuales
En el caso que nos ocupa, es decir el doméstico, el tratamiento de aguas residuales, únicamente procede cuando el vertido no lo podemos hacer en la red pública de vertidos y por tanto suele afectar a casetas de recreo fuera del casco urbano, pequeños almacenes agrícolas en los que se disponga de aseos, etc.
En estos casos, a diferencia del tratamiento de aguas potables que es voluntario por parte del usuario y busca su propio beneficio, el tratamiento suele ser obligatorio por la administración, pues busca, además del beneficio del propio usuario, el del resto de la comunidad.
Para el tratamiento de aguas residuales domésticas lo que vamos a emplear es la denominada FOSA SEPTICA, que consiste en un depósito, generalmente de polietileno o poliéster, en el que decantan las materias solidas en suspensión, separando la parte solida de la líquida. A su vez se llevan a cabo procesos de fermentación que provocan la reducción de materia orgánica en el agua residual que sale de la fosa, mejorando el proceso de depuración natural cuando se infiltra el agua saliente al terreno.
Las fosas sépticas domésticas tienen un costo a partir de unos 500 euros, y pueden llegar hasta los 3.000 o más, dependiendo de la tecnología y grado de depuración que pretendamos o que nos obligue la administración. No tiene nada que ver si el agua depurada la volvemos a verter en nuestro propio terreno, lejos de pozos de captación de agua y del terreno del vecino que si por ejemplo queremos verterla a un río.
Dada la mayor extensión, casuística y complejidad del tratamiento de aguas residuales, siempre es aconsejable estudiar cada caso en particular.